SOLEDADES Y LAZOS

Porque nuestra subjetividad está entramada de vínculos y espacios privados, ambos son bienvenidos. Ojalá que los lazos no ahoguen intimidades, ni la soledad bloquee los caminos para el intercambio.



viernes, 2 de abril de 2010

VOLVER A LA FACU DESPUÉS DE LOS 40...

I

Cuarenta y piquito, no. Cuarenta y largos. Sin embargo, el regreso vino con algo de “aquella” emoción, “aquellos” nervios, inseguridades, la curiosidad y el deslumbramiento que me mantuvieron en vilo a los 17, casi 18, cuando pisé la gran ciudad “para venirme a estudiar”. La Facultad de Filosofía y Letras en 1.981, tristes años de la dictadura aún, funcionaba en Marcelo T. de Alvear y Uriburu. Con el rigor del verano, debía viajar a diario en “el” Chevallier de Zárate a Buenos Aires para asistir al curso de ingreso y volverlo a tomar, viajando muchas veces “de parada”, cansadísima, de regreso a mi ciudad. A pesar del sacrificio, mi mente estaba por entonces más ocupada en lo que sentía como verdadera vocación que en estudiar parar ingresar a Letras, carrera a la que me sentenció el mandato paterno. Me gustaba escribir, sí, pero soñaba con actuar y brillar como actriz. Por ese motivo, aprobé antes el examen del Conservatorio Nacional de Arte Dramático y, traspiés mediante, no dí el segundo examen de ingreso a Letras. Y sí, lógico, tuvo sus costos. Altos.

En el año 1.986, ya con el gracioso título de Actriz nacional bajo el brazo, más el profesorado de enseñanza primaria, cursado en “el” Mariano Acosta por las noches, intenté suerte como maestra rural en el conurbano bonaerense, al tiempo que hacía el retorno a la UBA, esta vez, para estudiar Psicología. Me topé con el flamante CBC, legado de la democracia alfonsinista. En lo personal, eran épocas difíciles a nivel familiar. La vacilante mano que aún me acompañaba, había caído. Por lo demás, mi elección no podía ser más torpe: trabajar en Virrey del Pino, a 3 horas de la pensión que me alojaba en Palermo y, al mismo tiempo, cursar las 3 materias del CBC en distintas y distantes sedes (Ciudad Universitaria, Paseo Colón y Drago). El combo era lisa y llanamente un despropósito. Sin embargo, lo sostuve por un tiempo. Con 23 años ya sabía estudiar y el CBC me resultaba muy fácil. Encontré amigos nuevos y un novio. A mitad de año, el proyecto maestra rural se fue al demonio pero seguí cursando hasta que me entró una fatal indecisión: ¿Letras o Psicología? En el año 1.987 cursé la materia que faltaba para ingresar a Letras pero cuando lo hube logrado, entré a Psicología, sin más.

La travesía por la facultad sufrió innumerables idas y vueltas, la vocación primera seguía tironeando y daba aguijonazos a mi ánimo, es que no sabía cómo llevarla adelante, como no fuera, ingresando a talleres de teatro, donde era mágicamente feliz pero nunca abandonaba el rol de alumna. En la facu, daba las materias “de taquito”. Aún así me sacaba buenas notas. Si bien la carrera me gustaba, sobre todo, el Psicoanálisis, no lograba seducirme lo suficiente para permanecer en una clase donde un profesor o un par de compañeros no me cayeran del todo bien. La terminación de una cursada dependía así de cuestiones azarosas. Dejé la carrera, la volví a retomar. En el medio, me separé de aquel novio y me casé con otro. Ya a los 30 y cautivada por un profesor fantástico se despertó súbitamente el interés por finalizar lo que había comenzado. Y me puse a cursar y rendir materias a lo pavote hasta que me recibí. Luego vinieron los cursos, el posgrado, la concurrencia. Tuvieron que pasar años hasta que, análisis mediante, empezara a disfrutar de la elección realizada. Ahora estoy contenta con mi profesión, me reporta satisfacciones que me permiten sortear los sinsabores que se cuecen en todas partes. A pesar de esto, Letras siguió ocupando el sitial de cuenta pendiente. La fui posponiendo conforme a las vicisitudes de la vida: la maternidad, el divorcio, los problemas económicos, otro novio, el proyecto casa propia, un nombramiento, en fin…

Los cuarenta llegaron con pocos kilos y mucho trabajo, acompañar a mi hija en su escuela primaria, muchas mudanzas e inestabilidad económica. Obtuve nuevos empleos, un nuevo concubino y el logro del departamento propio. A los 44, con los kilos recuperados, empecé a sopesar la idea de recomenzar el proyecto Letras. La cosa no pasó de alguna incursión por Internet, milagroso medio que acerca información de todo tipo a los eternos dubitativos y fiacosos como yo. Sospechosamente, consultaba cuando era o demasiado temprano o demasiado tarde para concretar la inscripción. Fue la eventual coincidencia de compartir un trabajo de verano con un neurocirujano que traía consigo dos libros de Filosofía y la intención de ingresar a esta carrera, la que me sacudió del letargo de la procastinación. Ingresó el bichito y dio algunas vueltas, pero, una vez más, era demasiado tarde para inscripciones. Otra vez al freezer, stand by. Sin embargo, ese mismo año, en fecha más o menos apropiada, recomencé las averiguaciones para el año siguiente. No fue fácil vencer resistencias, la fiaca, las dudas y la maldita torpeza que siempre me acompaña a la hora de realizar trámites, sin embargo, logré hacer lo necesario. Pero, por supuesto, no sin antes debatir internamente qué carrera comenzar: ¿Letras o Filosofía? Según parece, la carrera de Letras siempre viene adosaba a una disyuntiva: Letras o Arte dramático, Letras o Psicología, Letras o Filosofía… La duda, si se la deja instalar, nos deja clavaditos en la indefinición ad eternum. Por lo tanto, utilicé una balanza precaria para sopesar ventajas y contras que me dieran algún marco de orientación. Si bien Letras tenía a su favor el gusto por la literatura, tenía algunas contras. Aunque el CBC sigue en vigencia, ya no me era posible el ingreso directo: me falta Economía. En cambio, con lo que tenía cursado, podía acceder directo a Filosofía, carrera que, por lo demás, encuentro más cercana a mi profesión actual. No me voy a meter en el escabroso tema del mandato paterno, del que algún resto no procesado, parece seguir metiendo la cola. En fin… Mejor no me pongo ahora a revolver el avispero, que la idea era contar mi regreso a la universidad y ya me fui por las ramas, como es tan habitual en mí…

(continuará)

8 comentarios:

El abandono de la medialuna dijo...

Celebro esta vuelta a los 17, cuando nuestros ojos eran màs diàfanos. Hoy, con... 30 y algunos? sobre el lomo, podès ver el paisaje con los ojos menos diàfanos... pero con la vista màs clara.
Congrats.




pd... Silvina?
SILVINA???

(Con razòn le caìa bien la profe...)

Sinfonía dijo...

Leí todito ( incluído el comentario de la rosa púrpuramedialunavascongada U.u. sobre Sil jajA).

Y no es fácil y no solo porque hay que resignar algunas cosas, sino por volver a agarrar el ritmo. Admiro que tengas la iniciativa de hacerlo, porque yo carezco totalmente de ganas de estudiar ni medio renglón, aunque fuera por ejemplo "periodismo deportivo" que me encanta.
Así tomate un té, tranqui y a organizarse y a tratar de acomodar todo según necesidades.
Y adelante muchacha

IRINAMORA dijo...

Gracias, Moni, no sólo por el aliento sino por tirarme un hueso. Jamás sospeché de la vasquita, pero me sonaba rara una rosa basilisca color violeta, jaja.

Me hice tu seguidora, nena, no sabías que tenías blaaaaag. Bue, tampoco recordaba que yo misma tenía uno, jaja.

Besos a ambas, gracias por desvirgarme.

Como bloggera, digo, che... Mal pensadas.

laspalmerassalvajes dijo...

Inspirador. (*)


Lo bueno de haber elegido Filosofía, creo, es que se te van agotando las bifurcaciones para, clavado mediante, entrarle de lleno, más tarde o más temprano, a Letras. ¿'Destinos circulares' cantaba Moura?



*Posta, lo es, sin intenciones de que suene a condescendiencia o adulación barata. Tan acostumbrado yo a medir todo según mi propia vara (vara impregnada de un cómodo cansancio y algo de desidia) le encuentro a tu nueva empresa una buena dosis de valentía y mucho de refrescante.


¡¡¡Loas, pebeta!!!

laspalmerassalvajes dijo...

Disgresión aparte, quisiera saber porque aparezco con ese nick tan ingrato acá arriba. No sólo no refleja mi dire mailística sino que, además, me tira un galón de kerosene encima y me amenzada con una cerilla.

IRINAMORA dijo...

Loas para la kamikaze, ¿tenía que ser tan autorreferencial? Que nadie conteste, porfa.

Me parece mejor la palmera que la rosa. En tu caso, digo.

Yo también quiero seguirme, dame UNA oportunidad.

Olvidé retrucarle a flor violeta que por más Silvina que se llame, "8 más" nunca fue ni será de mi agrado. Me dan asco las panzas chatas, sabelo.

IRINAMORA dijo...

Ni idea de por qué los nicks, será que no te gastaste en pensar uno, mi querido. Ponete Basilisco y ya.

Si alguien me dice cómo cuernos se editan las respuestas, agradecida. Ya me sobró una "s" en el primero y me molesta. Y como "fe de la rata" declaro, juro y perjuro que quise decir seguirTe, no seguirme...

Perra Latosa dijo...

Qué buena aventura a la que has dado inicio! La de sumergirte de lleno en aquello que te convocaba y la de compartirla con quienes te queremos. Celebro por ambas!

Ya estaré aquí siguiéndolas con los ojos pigoteados al monitor como su seguidora que ahora soy.

Cariños a las firmas que me preceden!

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